18/10/09

Recupera a tu chica


Las segundas partes sí que pueden ser buenas, aunque el refran diga lo contrario. Hay relaciones que pueden resurgir de sus cenizas, si sabes manejar la situación. ¿Ah, que no sabes? Pues sigue leyendo.

Siguiendo con la sabiduría popular, se dice que “donde hubo fuego siempre quedan brasas”. Por eso cuando ves a tu ex novia no puedes evitar pensar: “¿Y si lo intentáramos de nuevo?”. Antes de planteártelo (y planteárselo) en serio tienes que estar seguro de que no te estás dejando llevar por el aburrimiento o por el miedo a quedarte solo. Sobre esos cimientos sólo podrás construir una tienda de campaña, y es hora de que seas ambicioso y crees tu propio palacio. Una vez has tomado la decisión, ten en cuenta que tendrán que producirse cambios, tanto en tu forma de actuar como en la suya. Para ello conviene distinguir claramente qué tipo de ruptura fue, porque la táctica será diferente en cada caso.

El cuento de nunca acabar

Las cosas no iban bien desde hacía bastante tiempo. Cortaban y volvían juntos cada dos por tres y, de tanto hacerlo, pasó como a Pedro con el lobo: pensarob que la última vez era de broma, pero han pasado varias semanas y parece que ahora sí va en serio.

“En muchas ocasiones la ruptura se emplea como una llamada de atención para que el otro cambie de actitud”, comenta el sexólogo andaluz Antonio Daniel García Rojas. Éstas son ese tipo de rupturas que los protagonistas dramatizan mientras sus allegados los miran con cara de escepticismo sabiendo que son temporales. Pero hay veces en que se tira tanto de la cuerda que se rompe. Y uno de los dos dice: “hasta aquí hemos llegado”.

¿Qué falló?

Para empezar, ninguno de los dos se tomó las demandas del otro en serio. Eran esas cosas “pesadas” que te pedía o que le pedías que hiciera. Bastaba con portarse bien durante un par de semanas para que las aguas volvieran a su cauce y luego, como la cabra tira al monte, se volvía a la actitud de siempre, que era la que al otro le sacaba de quicio. En general, no hay una única razón, suelen ser la suma de varias. Pero, amigo, para una mujer la suma de detalles es lo que crea un comportamiento.

Para entender lo que le molestaba tienes que hacer un ejercicio de abstracción. ¿Se enfadaba porque dejabas abierto el tapón del champú? ¿Por qué no recogías los platos? ¿Por qué no te levantabas a abrir la puerta? Nadie corta sólo por eso. Son síntomas y ella, en el fondo, te acusaba de no echarle una mano, de no ser un compañero de verdad y, seguramente, de ser un egoísta. Piensa, también, en las cosas que te enervaban de ella y busca un nexo común, para entender qué es exactamente lo que necesitas que cambie. Aquí ambos deben tener en cuenta una cosa: se pueden modificar actitudes, pero no se puede cambiar la personalidad de nadie. Hay que ser realista acerca de qué puedes pedir y qué puedes conseguir y, también, saber a qué estás dispuesto a comprometerte sinceramente.

¿Cómo se puede solucionar?

Una vez que eres realmente consciente del problema que los llevó a la ruptura, es el momento de exponerlo. Y, sobre todo, de aportar soluciones. Estas conversaciones no deben convertirse nunca en discusiones, porque entonces volvéis a lo de siempre.

Antes de entrar al trapo, lo mejor es recordar que queréis estar juntos, que están dispuestos a arreglar lo que ha sucedido. Y después, mirar los problemas que más los afectan. Verbalizarlos es importante, porque muchas veces, al hacerlo, se descubre que no son tan graves como parecen cuando están encerrados en la cabeza de cada cual. Todos tendemos a montarnos películas, pero muchas veces, cuando explicamos el argumento, nos damos cuenta de que tienen más de comedia que de drama.


Lo dejáste hace mucho tiempo

Por casualidades de la vida, te has vuelto a encontrar con esa chica con la que estuviste saliendo hace años. Seguramente, también tuviste algunos malos rollos, pero la mayoría de los humanos, para vivir en este valle de lágrimas, tiende a almacenar los recuerdos positivos.

De todos modos, sé consciente de que a veces, se tienden a idealizar el recuerdo, sobre todo si el presente no es muy esperanzador. “Muchas veces nos decimos a nosotros mismos: ‘aquél no era el momento, éramos demasiado jóvenes. Si ahora sigo sintiendo algo, es porque es de verdad’. Es necesario distinguir si nos estamos engañando para encontrar una válvula de escape a nuestra situación actual”, advierte Francisca Molero, directora del Instituto de Sexología de Barcelona.

¿Qué falló?

Bueno, en estos casos lo importante es saber qué cree ella que los llevó a la ruptura. Los hombres y las mujeres almacenemos los recuerdos de forma diferente. A no ser que fuera algo muy traumático, es muy posible que tú no lo recuerdes o que no le des importancia. Pero no ocurrirá lo mismo con ella y eso no significa que sea rencorosa, sino que le dedicó en el pasado más tiempo a darle un sentido a su final. “Las mujeres necesitan encontrar una explicación de por qué una relación ha acabado para poder seguir adelante. Por ello, en su momento, le dan más vueltas. Y cuando llegan a sus conclusiones, pueden cerrar ese capítulo”, explica Molero. Por tanto, deberías saber en qué archivador te encuentras.

¿Cómo se puede solucionar?

Estas relaciones son muy satisfactorias al principio. Es como cuando te encuentras a un antiguo amigo al que hace tiempo que no ves y empiezan a contarse batallitas del pasado. A todos nos gusta recordar cómo éramos. Por eso, en los primeros contactos, se crean situaciones muy cómodas. Es como ligar con un airbag contra el rechazo.

Pero para poder reanudar su historia, deben interesarse no por lo que fueron, si no por lo que son ahora. De lo contrario, la relación está abocada al fracaso.


Separación traumática

Juraste que no la volverías a ver nunca. Se puede decir que lo hiciste todo a lo grande y su ruptura no fue una excepción. Pero, pasado el tiempo, tienes esa sensación de “ni contigo ni sin ti”. Éste es sin duda el escenario más peligroso, pues existe mucho resentimiento y cosas que no se pueden borrar de un día para otro.

¿Qué falló?

Entraron en el modo “ataque directo” y cada uno se dedicó a satanizar al otro. Cuando algo te duele, tiendes a buscar a un culpable, porque cuando uno se siente herido no tiene el cuerpo para la autocrítica. Y cuanto más terrible sea éste, más justificado estará tu dolor. Es un mecanismo psicológico de autodefensa. Y llegados a este punto, somos capaces de sacar lo peor que llevamos dentro. Eso sí, tendemos siempre a pensar que simplemente nos defendíamos de un ataque, sin darnos cuenta, de que no fuimos angelitos.

¿Cómo se puede solucionar?

Para empezar, deberían hacer borrón y cuenta nueva. Y eso no va a resultar tarea fácil. Pero para eso estamos nosotros: te proponemos varias técnicas para debatir sin arrancarse los ojos. “Una discusión no debe durar más de 30 minutos. El primer paso sería apuntar lo que más nos molesta del otro, pero siendo muy cuidadoso con el lenguaje”, propone la sexóloga Laura Freixa.

Por poner un ejemplo descafeinado, si odias que ella hable como una cotorra por teléfono, deberías decirle que cuando lo hace, te sientes mal porque piensas que tu conversación no le parece interesante. Es mejor, siempre, explicar lo que uno siente que acusar al otro. Según la especialista, no basta con exponer los problemas, se han de buscar soluciones. Deberían aportar varias y puntuarlas del 1 al 5. “Para que quede constancia, debería redactarse una especie de contrato que puede escribirse en un tono desenfadado, pero se trataría de resumir a qué se compromete cada uno”, aconseja Freixa.

¿Quieres volver?

Una reconciliación no debería empezar nunca con la premisa de “a ver qué pasa”. Según los expertos, la mejor manera de que funcione es quemar las naves y no dejar eternamente abierta la posibilidad de huida. Para estar convencido de tomar la decisión correcta, divide un folio en dos partes. Escribe lo que te gustaba de la relación y lo que no. Después apunta las cosas que estarías dispuesto a cambiar de ti y las que ves imposible modificar. Las matemáticas te darán la solución. Otro ejercicio interesante es que imagines cómo será tu vida si estás con esa persona dentro de cinco años y cómo sin ella.