22/7/09

Triunfa en tu primera cita (1/2)


Dicen que no es tan difícil conseguir el éxito como conservarlo. Tienes su teléfono y una cita. Eso está muy bien. Pero, ¿sabes cómo utilizar esas dos armas? Muchos tipos cometen el error de pensar que, si ella ha mostrado interés, el resto es pan comido. Y aquí es cuando bajan la guardia y se estrellan. Una primera cita es una especie de examen. Y ella te suspenderá si no sacas una nota muy alta.

Para que sepas qué funciona y qué no, he creado mi propio curso intensivo de primeras citas. He organizado durante 10 días seguidos, 10 citas con 10 mujeres en busca de los misterios que me otorgarían el 10 en el examen de la primera cita. Tomamos café, salimos a cenar, reímos, nos sentimos incómodos y, algunas veces, nos fuimos de copas. Después de cada encuentro, lo comentaba con especialistas en la materia. En algunos casos, perdí. En otros, avancé. Aunque no siempre fue divertido, descubrí algunos secretos para hacer que los primeros encuentros se conviertan en segundos, terceros y en posibilidades reales de ir más allá. Aprovecha mi experiencia ahorrándote mis momentos más bochornosos.

Empieza por algún sitio conocido

La pobre Eli, prima de un amigo, pagó mi inexperiencia en el mundo de las primeras citas. Quedamos para cenar en un restaurante francés en el que nunca antes había puesto un pie. “Así… ¿qué me aconsejas?”, preguntó. “Pues, no tengo ni idea”, respondí. Su cara de póquer lo dijo todo. En vez de controlar el escenario, me perdía entre bambalinas. Después de cenar, Eli me dijo que había quedado con unos amigos, y se marchó.

Fui a hablar con la sexóloga y psicóloga, Carolina Lombardía. Ella me hizo ver que querer impresionarla había sido mi sentencia. “Si no estás acostumbrado, es un jaleo controlar los platos de la carta y hacerte cargo de la elección del vino. Lo importante es estar en un ambiente agradable que cree cierta intimidad. Es básico que tú te sientas bien y controles la situación, porque así ganas en seguridad. Cuando intentamos aparentar algo que no somos, se ven nuestras carencias. Cuando estamos seguros mostramos las habilidades y los recursos que tenemos”.

Un par de noches después, llevé a Ana, una publicista a la que conocí en una fiesta, a un restaurante que me gusta mucho. No es el más lujoso ni romántico del mundo, pero ahí me siento a gusto. Cuando me preguntó, “¿Qué me aconsejas?” pude contestar a la pregunta. Y ella me demostró que había acertado cuando le dio la primera dentellada al entrecot y me dijo que estaba riquísimo.

PLAN DE ATAQUE: Escoge un lugar distendido y que conozcas. Le quitarás solemnidad a la cita y te sentirás más cómodo.

Deja que la conversación fluya


Las conversaciones de primera cita siguen frases predecibles: de dónde eres, a qué te dedicas. Yo también seguía este guión, pero en una cita en la que me aburría, cambié las cosas.

Todo empezó cuando le pregunté a Claudia, una chica de mi trabajo, qué quería ser de mayor cuando era una niña. Su respuesta (montadora de trailers de películas) no sólo me dio una idea clara de su personalidad, sino que además me abrió el camino para poder compartir con ella mi sueño de la infancia: a los 12 años, yo cantaba en un grupo y soñaba con abarrotar estadios. Hicimos una grabación antes de que yo me diera cuenta de que no tenía ninguna habilidad ni para tocar la guitarra ni para cantar. Claudia se rió, así que seguí con más preguntas ingeniosas.

Pero entonces, me quise pasar de ocurrente y empecé a proponer temas como qué tipo de animales nos gustaría ser, qué superpoderes nos gustaría poseer y otras cosas por el estilo. Al principio fue divertido, pero luego nos quedamos sin saber qué más decir. Y por tanto volví a ese punto que tanto odio: nos quedamos callados.

PLAN DE ATAQUE: “Ese tipo de preguntas no son para una cita, si no para cuando estás en la playa tumbado con un amigo y tienes que matar el tiempo. Lo importante es no caer en el interrogatorio formal, hablar de lo que te apetezca en ese momento, sin que resulte forzado”, me aconsejó Lombardía. Le confesé mi miedo al silencio sepulcral y me lo quitó con las siguientes palabras: “pues di que no se te ocurre nada y con esa frase harás que todo deje de ser tenso. Y de paso, el peso de las conversación recaerá en los dos”.